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Un cazador de acuáticas, es ante todo cazador, un individuo que se siente identificado dentro de este entorno natural, sintiéndolo como suyo, siente la necesidad de “vivir” entorno a esta modalidad durante todo el año.

Un cazador de acuáticas, empieza su año al cierre de la temporada, ahí empieza el trabajo con su equipo de reclamos, con los que mejor le funcionaron, intentar sacar ese reclamo que aún supere lo anterior, trabajo de mejora del corral, que sus animales tengan todas las comodidades posibles, facilitando su labor en el tema del emparejamiento, con el desembolso de mucho dinero en alimentación y proteínas, desparasitar, cuidados de balsa, etc.

Un cazador de acuáticas vive el celo de sus reclamos con insomnio, sufriendo para que ningún roedor o predador pueda dar al traste con la eclosión, sufre hasta y cuando nacen los primeros pollos, donde en ellos ve y siente que son su familia.

Un cazador de acuáticas, va probando los ejemplares jóvenes para ver cuál puede ser una pieza clave en su orquesta el día de la caza. Desembolsa de nuevo dinero para el análisis aviar, de estos individuos que le acompañarán en sus jornadas pateras.

Un cazador de acuáticas, irá a su puesto, con mucha antelación a la apertura, para una vez él sabe que terminó el ciclo reproductivo, y que esos ejemplares ya vuelan con sus padres, limpiar el puesto con hoz u otras herramientas no sin sufrir grandes penurias con el calor de julio, agosto, septiembre, y los molestos mosquitos, que estarán en su apogeo, con aguas estancas, incluso en ocasiones dará un aporte extra de comida, para que esa cría de aves vaya mucho mejor.

Un cazador de acuáticas ve llegar octubre con nerviosismo, visita las tiendas en busca de algún reclamo bucal o cimbel, que cualquier novedad en el tema despierta su curiosidad, y sus manías, que no son pocas.

Un cazador de acuáticas, visita con asiduidad el coto, disfruta con el ir y venir de patos al atardecer viendo los grandes bandos aterrizar en los arrozales, o comederos habituales.

Un cazador de acuáticas, prepara sus cimbeles con mimo, revisa uno a uno, y pinta si hace falta los desgastes que le produjeron la anterior temporada, compra sus cartuchos con antelación, revisa su barca, y no duda en desembolsar de nuevo para su mantenimiento.

Un cazador de acuáticas, habla de ello durante el año, comenta lances pasados con compañeros, se junta en alguna mesa para saborear las capturas que consiguieron.

Un cazador de acuáticas, compartirá su experiencia y aprendizajes con miembros de su cuadrilla, para entre todos mejorar.

El cazador de acuáticas, no tiene miedo a madrugar, tendrá especial cuidado en la colocación de todo su entramado de cimbeles y reclamos, no dejará ningún detalle al azahar, fijándose en viento, tiempo, y confiando en su equipo de reclamos vivos que tanto ama.

El cazador de acuáticas, vive el lance con pasión, lo disfruta, saborea, arriesgando muchas veces demasiado con ese ave salvaje que le va dando vueltas y que queda anonadado viendo como su equipo va haciendo su función de distintas llamadas y van consiguiendo hacer perder altura y poner a tiro al siempre esquivo pato. Arriesgará hasta extremos de poder llegar a no tirar por dejar que esté dentro de la postura a no más de 15-25 metros, aún a sabiendas que posiblemente y con atino mucho antes sería capaz de bajarlo, pero el gozo que le produce la entrada, estas vueltas interminables, y el pálpito del corazón, le hacen sentir que debe dejar cumplir bien las piezas, para no desaprovechar lances difíciles de conseguir en realidad, no así en sus sueños.

El cazador de acuáticas cuando consigue uno de estos lances, se siente pleno, aunque haya visto 200 aves a las nubes, y tan solo una bajara. Ese es el premio a su trabajo de todo el año. Incluso habiendo tenido la posibilidad de tirar muchos más tiros, esperó y decidió cual era el suyo, respetando las alturas, al animal y su cobro, y las posturas vecinas, ya que el buen cazador de acuáticas no le importa que la postura vecina abata más patos que él, ni que tenga lances como los que sueña él, tratará de aprender el por qué, si falla algo, si puede mejorar, y aun así se alegrará de ver que su vecino también es un cazador de acuáticas que deja cumplir las aves como lo hace él, sabiendo que quizá la suerte hoy le sonrió al vecino pero mañana me sonreirá a mí, y me respetará igual que lo hice yo.

Este es el cazador de acuáticas, dispuesto a pasar todas las penurias que el crudo invierno en un humedal deja en el cuerpo, cuando empieza a entrarle ese frío húmedo en los huesos, cuando viendo la luna disfruta y es feliz, cuando escuchando los sonidos de todos los seres vivientes que viven en estos entornos y del que se siente uno más, siente tenerlo todo y no necesitar nada más, esa espera de aves migratorias tan imprevisible, el tiempo, los vientos, los impresionantes amaneceres, la vida del humedal es la que le dan la vida a nuestros protagonistas.

Categoría: RELATOS

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