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Como seres vivos, los patos y las ocas, están sujetos a enfermedades infecciosas, contagiosas, parasitarias o debidas a causas físicas o químicas, pero, pasada su infancia, por su rusticidad y su vida en plena libertad las contraen menos fácilmente que otras aves.

La Patología animal moderna descubre constantemente nuevos males, y cuando no los descubre, por ser ya conocidos, cuando menos adelanta en el conocimiento de su origen y de su curación. Cuando no la hay, por lo menos nos ilustra, indicando las medidas profilácticas o preventivas para evitar su aparición o para menguar sus efectos.

Véanse algunas de las enfermedades más frecuentes, tanto en los patos como en las ocas:

Chancro o úlcera amarilla.

Es afección que se manifiesta en la mucosa bucal, determinando la formación de una materia mantecosa que se acumula generalmente debajo de la lengua, materia fácilmente con fundible a primera vista con las placas diftéricas, pero que no tiene nada que ver con esta enfermedad.

Esa materia a veces se extiende hacia la glotis. pudiendo obturarla y producir asfixia; pero, aunque el mal es muy contagioso, se cura fácilmente. Basta un tratamiento local lavando la boca con vinagre de manzanas y sacando con un algodón, sujeto con unas pinzas, la materia mantecosa, y cauterizando el lugar donde se hallaba con tintura de yodo. La operación tiene que repetirse durante tres o cuatro días, pero el tratamiento es de efectos seguros, a menos que, por no haberse acudido en los primeros momentos, el mal esté ya muy avanzado.

El vulgo suele llamar a eso la pepita, y como al ver la boca del ave se da cuenta de que tiene en la punta de la lengua como un cartílago blanquecino, suele arrancarlo, con lo cual dice que ha quitado la pepita y se queda tranquilo; pero además de que no había para qué hacer sufrir así al animal, y como con quitarle la tal pepita no hace nada, el mal sigue su curso.

Este mal lo padecen todas las aves domésticas, así los pavos como las gallinas, los patos y los gansos. Con la limpieza de la boca y la cauterización con la tintura de yodo y los lavados de la boca con agua avinagrada o, mejor aún, con vinagre de manzanas, se curan en cuestión de tres o cuatro días.

Cuando no cede con el vinagre, háganse los lavados con una solución de agua destilada (100 gramos) y sulfato de zinc (10 centigramos), o bien, de agua destilada (ICX) gramos) y acetato de plata cristalizado (1 centigramo), fórmulas, ambas, recomendadas por P. Pelletan,

Diarrea, constipación y disentería.

La diarrea la produce generalmente un exceso de verduras demasiado acuosas o de hierba o forrajes mojados, así como los granos u otros alimentos averiados o agriados; pero otras veces la motiva la existencia de vermes o lombrices en los intestinos.

Procede la purga con el aceite de ricino, la dieta a pan yagua y, desde luego, un cambio de alimentos.

La diarrea se presenta a veces en forma disentérica, es decir, en excrementos sanguincientos, por inflamación de los intestinos. En este caso se recomienda, desde luego, la dieta a pan yagua, pero no el purgante, y el mezclar en los amasijos.

La constipación, resultante, por lo general, del exceso de granos dados sin moler)' de haber comido orujo o pepitas de uva, así como por la retención de ciertas substancias no digestibles, como el salvado de avena, puede combatirse con lavativas de aceite de almendras dulces. Caso de tratarse de una obstrucción por efecto de bolas de excremento endurecido y retenido en la última sección del recto, introduciendo el dedo por la cloaca se procura destruirlas o fragmentarlas para facilitar su expulsión.

Cabe también dar el purgante de aceite de ricino o el sulfato de sosa (dos o tres gramos en una cuchara grande de agua).

Vértigos.

Así los patos como las ocas son propensos a tener vértigos, producidos unas veces por efectos cerebrales (apoplejía, meningitis, etc.), y otras por la tenencia de parásitos. Sea cual fuere la causa, es mal grave, y como no tiene cura, lo mejor es sacrificar el ave, que es perfectamente consumible.

En los casos de vértigos cabe la práctica de una sangría, dándola en una vena que aparece muy visible en la parte interna del ala, sacándole unas cuantas gotas de sangre, o bien infiriéndole un pequeño corte en la piel que une las falanges o los dedos del pie. Esto alivia al animal, pero no le cura, porque la causa queda.  

Afecciones parasitarias.

Como los pavos y las gallinas, los patos y los gansos, en sus correrías por los campos, injieren organismos que luego viven y se reproducen en su cuerpo, determinándoles afecciones muchas veces graves y causantes de su muerte. Unas veces son coccidios, que se alojan en el tubo digestivo, especialmente en los intestinos, y que, si a las aves adultas poco daño les hacen, a los pavipollos, los patipollos y los gansarones los matan, como a los polluelos de gallina.

En las palmípedas se presenta a veces la coccidiosis renal, debida al paso de los coccidios a través de las paredes intestinales, y su llegada a los riñones por vía sanguínea, pasando luego a los uretres o tubos urinarios. Las aves adelgazan rápidamente, andan desordenadamente y con dificultad y a veces no pueden anelar y están siempre echadas, descansando sobre el vientre. Otras veces no pueden tenerse y caen panza arriba. El mal no tiene remedio.

Las palmípedas son muy propensas a la teniasis, determinada por las tenias o vermes solitarios, que, si bien habitan en los intestinos, en sus fases embrionales llegan a infectar la sangre de ciertos insectos que, al ser injeridos por las aves, o al picarles, llevan a su sangre el parásito, actuando así de vehículos portadores del mismo. Otros parásitos de las aves de corral son las espirochetas, de las cuales cada especie tiene la suya propia. La de las palmípedas es la espírocheta auserina, distinta de la E. gallinarum, en cuyo estudio Erlich descubrió el famoso 606 de la sífilis. Las espiroquetas son parásitos de la sangre, a la que llegan por la picadura de insectos que son portadores de aquéllas. El piojo rojo, tan abundante en los corrales sucios y abandonados, es uno de los vehículos de la capirochetosis más frecuentes. Se trata de ese piojo chupador de la sangre de las aves conocido bajo el nombre de Arqas persicus, y que tanto abunda en los gallineros, en los palomares y, en general, en los corrales de los países meridionales, fáciles de evítar con sólo extremar la limpíeza o con la destrucción de sus guarídas nocturnas por el petróleo o el ácido fénico.

Calambres.

Se trata de una manifestación artrítico infecciosa, muy frecuente en los patipollos y en los gansarones. Las articulaciones se les hinchan, los animales no pueden andar y suelen presentar diarrea. Las aves ya adultas suelen ser refractarias. Es mal que a veces dura mucho llegando a revestir forma crónica. Cuando se presenta no hay nada que hacer, pues casi todos los atacados mueren en piel y huesos.

Indigestión irngluvial.

La determina un parásito Trichosoma, que se implanta en la mucosa y en la submucosa del esófago, paralizando su función y provocando una retención de los alimentos. No debe confundirse esto con la esofaguitis o embuchadura, motivada por la acumulación de alimentos en la dilatación de aquel órgano que hace las veces del buche en las gallinas y en los pavos. Cuando se trata de esto, el mal tiene remedio, dando al ave aceite de almendras dulces o bien operando para vaciar el esófago; pero cuando es efecto de la existencia de Trichosomos, no se conoce remedio a este mal.

Degeneración grasosa. 

Afección determinada por un exceso de grasas, debido a la degeneración de los músculos en grasas. Puede deberse a una tendencia natural del individuo, pero generalmente 10 motiva el cebamiento a que se someten los patos y las ocas. No es mal que los mate, en tanto no tome mayor incremento del que buenamente pueda soportar el ave; pero si no se sacrifica en el debido momento, sí 10 mataría el exceso de grasas.

En los patos ponedores, la degeneración grasosa, aunque no llegue a ser tal que pueda matarlos, les quita la postura, y, por tanto, los hace inútiles para el producto que de los mismos se quiere sacar. El remedio está en la supresión de los granos en los que las grasas abundan y de las patatas cocidas, dando abundancia de verduras, especialmente leguminosas, y harinas de carne y de pescado, en las que predominan las proteínas sobre las grasas y los extractos no azoados.  

Anomalías y accidentes en los órganos genítales.

Estos son los mismos que suelen registrarse en las gallinas, tales como la postura laboriosa, el prolapso salida del oviducto, la hernia de este órgano, que da lugar a la postura intraabdonial, o sea a la caída del huevo en el abdomen; la postura de huevos anormales, etc.  

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Categoría: CUIDADOS

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