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MaloBueno 

No es sino plenitud cuando se tiene, y muerte respirada al carecerle!! Que cosas no he hecho y estoy dispuesto a hacer aún hoy por esto mismo, si cuando la vez primera en mi preadolescencia tuve oportunidad de recibir la reculada de una de un cartucho de 36grs en munición de 7.5 con un riel de ferrocarril marca sarrasqueta paralela y casi me desmaye, pero una vez recuperado lo supe en mi medula espinal y en todo mi puverto ser que no sería más el mismo de antes de ese primer disparo.

Luego la infección creció, pues en ese invierno y con mi carente equipo para acuáticas asisitimos a una invitación a una cienega del interior del estado de Puebla, y ahí voy con mis botas fuertes muy enchamarrado (eso si) ya con mi primer escopeta por mi propio esfuerzo adquirida, una 1100 de remington para 1984 por aquí en Mexico lo equivalente a lo que hoy seria una SBE de benelli.

Y ahi me tienen esperando a los patos a la orilla de la dicha cienega, con un frío que calaba hondo, que hacia titiritar.

Ya clareando, se dejan ver las primeras parvadas en el horizonte, el olor presente de tierra humeda, de ganado vacuno presente, de esa emanacion de la tierra que es como cuando al estar cansado se entra a una alcoba limpia y ordenada donde nos espera una comfortable cama lista para abrazarnos.

Así se siente ese primer amanecer cómodo pese a lo adverso del entorno y lo frío de todo lo que esta alrededor. Y ya saliendo de mis cavilaciones del flanco izquierdo de donde estabamos a una velocidad increible se iban aproximando un nutrido grupo de cercetas de ala azul, disparamos con posta del 4 carga de 36 grs con la diferencia de que ahora el arma me apoyo y evito el KO de la primera vez que disparé.

Cayeron tres piezas y en mi entusisamo de esa edad y mi desconocimiento de las cosas me lancé sin medir a la recuperación de las aves, y sentí en mis pies primero, los tobillos pantorrillas y luego las rodillas como si mil picahielos hirieran la piel.

Seguí avanzando más por estar ya ahí metido que por otra cosa, y terminé de recuperar las aves, le agradecí al Dios del cielo, a la virgen y paganamente a los dioses ancestrales celtas y aztecas que el agua no estuviera mas profunda pues temía por ya saben que parte de mi humanidad.

Al salir de vuelta a la orilla, al sentarme sobre del pastizal y dejar que la humedad se filtrara a la vegetación, dejé de sentir los dedos de los pies, mi padre me dió una barra de chocolatín, y eso ayudo un poco aparte de el cafe que venía en el termo.

Cayeron ahora dos patos grandes, unos cucharones después, un golondrino grande, gordo, hermoso con un plumaje que un pseudotaxidermista me echó a perder, y a cada pieza caida ahí tenían al Sorguero en calidad de recobrador recuperando dichas aves.

Se concluye este relato remarcando la idea original expresada en el inicio, esto no es un veneno es algo indescriptible que no inicia con uno y no concluye en los hijos que uno trae al mundo.

Los quiero hermanos de caceria de acuaticas.

Un saludo.

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Categoría: RELATOS

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